En el año 2018 se alcanzaron las 359 millones de toneladas de producción mundial de plástico. Los residuos de plástico son en parte emitidos al medio ambiente como partículas macroplásticas (> 5 mm), microplásticas (1 μm a 5 mm) y nanoplásticas (<1 μm) pudiéndose fragmentarse en tamaños más pequeños mediante distintos procesos físico-químicos.
En los últimos años, los estudios científicos sobre los microplásticos se han centrado fundamentalmente en sus efectos en las aguas marinas y terrestres, en cambio se ha prestado mucha menos atención al transporte de los mismos a través de la circulación atmosférica.
Como fuentes de emisión atmosférica de microplasticos podemos destacar a los vehículos debido a la emisión de partículas de desgaste de neumáticos (TWP) y la de desgaste de frenos (BWP). Un receptor importante de estos microplásticos es el Océano, debido a que aproximadamente el 34% de los TWP y el 30% de los BWP emitidos (100 kt año -1 y 40 kt año -1 respectivamente) se depositaron en él.
Una de las regiones receptoras es el Ártico, especialmente entre finales del invierno y la primavera. La eficiencia del transporte es del 3,6% . Estos patrones de transporte pueden potencialmente intensificar el riesgo climático derivado de la contaminación microplástica, como consecuencia de su capacidad para disminuir el albedo en el Ártico y facilitar así la fusión de la nieve y el hielo. Leer más