El 22 de julio se celebró el
Día Mundial del Cerebro, impulsada por la Federación Mundial de Neurología, con
el lema “Aire limpio para la salud del cerebro”. Estimaciones recientes apuntan
a que anualmente se producen más de 9 millones de muertes achacables al aire
contaminado.
Según señala Juan Carlos
Portilla, Vocal de la Sociedad Española de Neurología, “En los últimos años son
muchos los estudios que han encontrado evidencias significativas sobre cómo la
contaminación del aire afecta al cerebro”. “Las partículas contaminantes que
entran a nuestro cuerpo por el sistema respiratorio y digestivo, llegan al
cerebro a través del torrente sanguíneo”, explica. Los efectos de estos
contaminantes en la salud neurológica pueden ir desde problemas vasculares
hasta estrés oxidativo, respuestas inflamatorias, deterioro de la barrera
hematoencefálica o daños en células cerebrales o en el material genético.
Un estudio reciente llevado
a cabo por el Global Burden of Disease, señala que hasta un 30% de los ictus
anuales pueden ser debidos a los contaminantes atmosféricos. “En los últimos años cada vez son más las
sospechas de la comunidad científica sobre el papel que la contaminación del
aire desempeña en un gran número de síndromes y enfermedades neurológicas.
Llevar a cabo estrategias efectivas de política ambiental y de salud dirigidas
a reducir la contaminación del aire podría ayudar a prevenir numerosos
trastornos neurológicos graves y comunes”, destaca Jesus Porta Etesam, Director
de la Fundación del Cerebro. “Además, actualmente ya se sabe que el aire
contaminado es un factor de riesgo importante para las enfermedades
cerebrovasculares así como para los trastornos neurodegenerativos”.
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